01 de Abril de 2018
El nuevo capítulo de las grandes librerías
Después de unos años difíciles, las clásicas librerías de París y otras ciudades Europeas, renacen.
Tomado de THE NEW YORK TIMES/Dmitry Kostyukov/
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Alexandre Gaudefroy, gerente de Presses Universitaires de France (PUF), imprime un libro en la nueva máquina de impresión rápida que comienza a introducirse en el mercado. CreditDmitry Kostyukov para The New York Times
PARÍS – Gauthier Charrier, un estudiante de diseño gráfico, entró a una de las librerías más modernas de París y se preguntó: “¿Dónde están los libros?”.
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“Solo vi un espacio abierto y vacío —un par de bancos— y me pregunté: ¿Alguien se equivocó?”.
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Nadie se había equivocado.
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La evidente ausencia de libros en la Librairie des Puf, manejada por la editorial de la Imprenta Universitaria de Francia, no se debe a un error de distribución sino a un giro comercial de la tienda.
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Hay libros, pero no se hacen pedidos a los distribuidores. Se imprimen bajo demanda, frente a los ojos del cliente, en una Máquina de Libro Espresso. La compañía estadounidense On Demand Books (Libros bajo demanda), que fabrica la máquina, escogió el nombre como un guiño a una actividad que puede realizarse en los mismos cinco minutos que tarda en imprimirse un libro: tomarse una taza de café.
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Denominada, sin ninguna modestia por parte de sus creadores, la “imprenta Gutenberg del siglo XXI”, la máquina se sitúa en una esquina al fondo de la tienda, donde zumba mientras convierte archivos PDF en libros de bolsillo. Los clientes utilizan tabletas electrónicas para seleccionar los títulos que quieren imprimir —si lo desean pueden agregar sus propias anotaciones— mientras se toman un café en la terraza del Barrio Latino en París. “Los clientes se sorprenden”, dijo el director de la tienda, Alexandre Gaudefroy. “Al principio, se sentían un poco incómodos con las tabletas. Después de todo, vienes a una librería a mirar libros. Pero gracias a la máquina y a las tabletas, el cliente tiene toda una librería digital en sus manos.”
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Desde el punto de vista comercial también existen ventajas. “No me tengo que preocupar por espacio de almacenamiento. Estamos en un local que mide menos de 80 metros cuadrados y puedo ofrecer a mis clientes todos los títulos que quiera”, dijo Gaudefroy. Eso significa muchos títulos. Están disponibles los 5000 libros publicados por Les Puf, así como otros tres millones de títulos compilados por On Demand Books que incluyen títulos de diez grandes editoriales estadounidenses y obras que pertenecen al dominio público.
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El prestigio de Les Puf en la industria le ha ayudado a obtener más títulos: un grupo de editoriales francesas enviará archivos PDF de sus títulos en unas semanas. “Lo que es verdaderamente emocionante es que, gracias al modelo bajo demanda, podemos revivir títulos viejos que no teníamos en cuenta porque solo se vendían cinco o diez copias en un año”, comentó Gaudefroy. “La impresión bajo demanda es un negocio nuevo para nosotros”.
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Cerca de 2000 títulos agotados estarán disponibles al público en los próximos meses, dijo Gaudefroy. “Estamos reinventando toda la cadena de producción de libros porque somos una librería, una editorial, una imprenta y también un distribuidor”, declaró.
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Es una reinvención total de un negocio que abrió sus puertas por primera vez en 1921. La Librairie des Puf original ocupaba un lugar más grande en la esquina de la Plaza de la Sorbona, donde tenía vitrinas llenas y recibía a una animada multitud de intelectuales de las universidades cercanas. Durante mucho tiempo fue un símbolo de la cultura y la academia, hasta que se vio forzada a cerrar por una combinación de pocas ganancias y un alquiler cada vez más caro. Hace más o menos hace 10 años, el lugar se vendió a una cadena de ropa de hombre, para disgusto de los vecinos.
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Su clausura no fue una excepción. Del año 2000 al 2014, 28 por ciento de las librerías de París cerraron, según informó en 2015 la Agencia de Planificación Urbana de París, un organismo creado por el ayuntamiento en 1967 para registrar la evolución social y económica de la capital francesa. Como motivo principal: los alquileres en el centro de París son imposibles de pagar. El aumento de la competencia planteada por los sitios de comercio electrónico que pueden ofrecer mucho más títulos que cualquier librería, por más abarrotada que esté, tampoco ayudó. La disminución de ventas de periódicos y revistas también contribuyó, puesto que las librerías francesas solían venderlos junto a los libros.
El Barrio Latino, que tiene la mayor concentración de librerías de la ciudad, fue una de las zonas más golpeadas. Como parte de un intento por proteger el carácter único del barrio —y evitar su destrucción— en 2008 el ayuntamiento de París lo convirtió en el centro de su programa para revitalizar los barrios. El programa compra locales comerciales en París, los renueva y los alquila a empresas culturales pequeñas a precios más asequibles. Les Puf ocupa uno de estos espacios en la calle Monsieur-le-Prince, lo que le permitió reabrir en marzo a tan solo unas cuantas cuadras de su antigua morada.
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“Ya estamos pensando abrir sucursales en otras ciudades de Francia, ciudades universitarias como Lille, Burdeos y Lyon”, comentó Gaudefroy. “Después de pocas semanas de haber comenzado, hay una motivación comercial real para hacerlo porque, bueno, estamos vendiendo muchos libros. Muchos más de los que pensamos. Creíamos que venderíamos 10 o 15 libros al día, pero hemos vendido más o menos 30 o 40”.
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Un libro a punto de terminarse en el interior de la máquina de impresión rápida.CreditDmitry Kostyukov para The New York Times
Hasta ahora la tienda ha dependido del tráfico peatonal y el gancho de la novedad de la máquina para atraer clientes; pero ya están planeando campañas en redes sociales y reparto de volantes dirigidos a los estudiantes, la población objetivo original de Les Puf.
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El éxito de Les Puf no es algo extraño. Aunque son tiempos difíciles para las tiendas tradicionales, hay signos de mejoría. En Estados Unidos, las ventas en librerías físicas aumentaron un 2,5 por ciento el año pasado, el primer incremento desde 2007. En el Reino Unido, la cadena más grande de librerías, Waterstones, anunció un regreso a la rentabilidad al final del año pasado después de que James Daunt se convirtió en director general y aplicó todo su historial de éxito en la venta de libros independientes.
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Daunt descentralizó el control de las 275 tiendas de la cadena y animó a cada gerente a modificar la organización de su tienda según su clientela, con lo que eliminó una práctica arraigada en la industria que había permitido a las editoriales determinar qué libros aparecían en las secciones de los más vendidos.
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Las librerías independientes también han descubierto un camino para salir de la década de pérdidas que han sufrido. “Es una industria que está comenzando a repuntar”, dijo Nick Brackenbury, uno de los fundadores de NearSt, una aplicación para teléfonos móviles creada en Londres que ayuda a los clientes a dejar de comprar libros en Amazon.com y los alienta a regresar a sus librerías más cercanas.
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“Las librerías comienzan a innovar y la gente está regresando a ellas”, dijo Brackenbury. Para muchas librerías con suficiente espacio, como Gogo & Company en Milán, La Fugitiva en Madrid o Librería Java en Ámsterdam, rediseñar sus espacios como librerías-cafeterías híbridas les ha funcionado para atraer clientes. Por su parte, otras librerías tratan de destacar algo que no está disponible en línea: la experiencia misma de visitar una librería.
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Brackenbury y su equipo quieren ayudar a las librerías a innovar en un nivel más básico: Practicidad. “El principal comentario que nos hacen los usuarios es: ‘Compro en Amazon a regañadientes porque es muy fácil’”, cuenta. “Todos dicen: ‘Quiero apoyar al comercio en mi barrio’. Pero poca gente de verdad lo hace hoy en día porque requiere mucho esfuerzo”.
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NearSt ayuda a las tiendas de barrio a adaptarse a las necesidades de los clientes modernos al hacer que el inventario “sea comprable” desde un teléfono para que cuando los clientes busquen títulos, encuentren una tienda cercana que los venda y les dé la ruta para llegar. “Solo queremos que las tiendas cercanas sean capaces de ofrecerles a los clientes algo que es simplemente mejor que Amazon”, declaró Brackenbury.